50 AÑOS Y EL PADRINO MAS VIGENTE QUE NUNCA
En Lanterna Pictures no podíamos dejar pasar esta semana para unirnos a la celebración del medio siglo de vida de la novela El Padrino escrita por Mario Puzo en 1969
Yo quiero anotar que es difícil encontrar dentro de los aficionados al cine a alguien que no lo haya marcado esta película. Pero para haber visto la película fue necesaria la labor de Don Mario Puzo que siendo un empleado estatal comenzó a escribir por curiosidad sobre la mafia mientras jugaba en los casinos y aprovechaba para analizar sus comportamientos y así crear una obra maestra que no llego a revolucionar la literatura sino al cine.
Lanterna Pictures no es ajena a esta gran pieza cinematográfica y en gran medida esta empresa está marcada por la labor que en conjunto hicieron Puzo Y Coppola para adaptar esta novela a un guión impresionante.
Para hacer un honor a estos dos personajes quería traer el fragmento de Francis Ford Coppola en la ultima edición del libro que celebra precisamente este aniversario y en la que él mismo director le concede todo el crédito a su amigo Mario Puzo al igual que los personajes como Brando, De Niro, Paccino, etc le dan a su vez todo el crédito de sus exitosas carreras al director italo-americano por haberles dado semejante oportunidad.
Aquí se los dejo y que lo disfruten tanto como lo hemos disfrutado nosotros:
“NO LO HICISTE A ÉL, ÉL TE HIZO” por Francis Ford Coppola
Luego del éxito de la película “El Padrino”, yo estaba en el séptimo cielo, era como el joven que había atrapado al genio de la botella. Fue un momento muy emocionante y un choque muy fuerte para un niño tímido de Queens, un estudiante malo desde siempre y que fue temporalmente paralizado por la Poliomielitis. Un día que estaba en un grupo en el que se incluían algunos hombres italianos malosos que me miraban continuamente y hablaban entre ellos, escuche el nombre Mario Puzo entre susurros y uno de ellos que bien hubiera podido hacer el papel de Luca Brasi se acerco rápidamente hacia mí y me dijo agresivamente, “No lo hiciste a él, él te hizo!”.
No estaba en desacuerdo con él y no es solo porque me sentía intimidado por su figura musculosa. Para ese entonces, yo estaba en mis 30 años y había pasado de estar en la total obscuridad, un director joven sin un peso a ser una marca registrada. Es totalmente cierto que Mario “me hizo” y su novela The Godfather cambio mi vida.
Había visto un anunció en la sección de libros del New York Times para el libro de Mario Puzo The Godfather y quede flechado por este porque la ilustración en su portada sugería una historia de “poder”, y el nombre italiano de su autor me hizo pensar que estábamos hablando de un intelectual del estilo de Italo Calvino o Umberto Eco. Así que la primera vez que me senté a leer el libro, mi primera impresión fue de sorpresa y consternación; esto era mas como una obra de Harold Robbins o un Irving Walllace, una obra hecha para vender copias llena de sexo y locuras. Yo sabía que estaba siendo considerado para dirigir esta película y mi primera reacción fue de rechazarla. Pero necesitando el dinero y ademas una oferta para hacer una película como joven director que era, decidí leerla nuevamente y esta vez hacer notas meticulosas. Lo que descubrí fue que muy adentro lo que había era una historia casi clásica en su naturaleza; una historia de un rey con tres hijos, cada uno de los cuales había heredado un aspecto de su personalidad. Pensé que si podía extraer tan solo esa parte del libro y hacer la película sobre eso, entonces podría generar algún entusiasmo por la cinta.
Una cosa que me encantaba de la forma en que Mario escribía era su brevedad. Él decía en unas pocas palabras lo que a mí me hubiera tomado todo un párrafo para expresarlo. Esto se trasladaba también cuando me escribía notas durante el proceso de escritura del guión para la película. En la escena donde Clemenza le enseña una receta a Michael, yo escribí “Primero pones un poco de salchicha a dorar y luego le agregas los tomates…”, Mario por el otro lado escribió “Los gangsters no doran, los gánsters fríen”. Y así era siempre durante mi proceso de guión, siempre alguna nota por acá y por allá, pero que hicieron una gran diferencia.
Por mucho que admiraba su talento por dentro y por fuera del proceso de trabajar juntos, me encantaba pasar tiempo con él. Era como el tío favorito para mi, era muy agradable, afectuoso y sabio, divertido y querido. Esto lo vería uno en la forma en que hablaba de su esposa y sus hijos.
A Mario le encantaba apostar, así que le sugería que fuéramos a un casino en Reno para trabajar en el guión. (Hicimos lo mismo para los tres guiones de la saga!) Un casino es el lugar perfecto para que los escritores trabajen a gusto. No existen los relojes, así que puedes pedir huevos con tocino (o cualquier cosa) a cualquier hora del día, cuando te encuentras con un pequeño bloqueo mental puedes bajar las escaleras y jugar un poco de ruleta, lo cual le encantaba hacer a Mario. Luego si de pronto empezabas a perder en grande (lo cual Mario detestaba- él era malísimo para el juego, a pesar de saber y conocer mucho sobre el tema), te podías escapar nuevamente al piso de arriba para continuar trabajando con el guión. A menudo decía “Estoy perdiendo miles allá abajo, peso haciendo millones aquí arriba”.
Mario sabia que su peso era un asunto de amenaza para su salud y a veces se metía en una que otra dieta como la del “arroz”. Empezaba y perdía entre 5 y 10 kilos, pero sin cambiar realmente su estilo de vida, así que esos kilos siempre terminaban regresando. Puedo verlo ahora, vestido como lo hacia habitualmente en sus ropas deportivas (aunque no me acuerdo que se hiciera ejercicio realmente con ellas), comiendo su amada comida italiana: pasta, pizza, lasagna,… se encogía de hombros con el asunto de su peso volviendo al punto de inicio del mismo modo que se encogía de hombros con sus pérdidas en la mesa de juego, con una sonrisa y guiñando uno de sus ojos. Era una persona de una amabilidad absoluta.
Aprendí tanto de Mario, quizás la necesidad de re-escribir y seguir re-escribiendo y no obstinarse por seguir haciendo mas y mas borradores. Así mismo me inculco el valor de usar todo lo referente a tu vida personal. Mario me contó que los grandes diálogos, esas grandes frases que puso en la boca de Don Corleone eran en realidad de su madre. Sí, “una oferta que no pueda rechazar”, “mantenga a sus amigos cerca, pero a sus enemigos aún mas cerca”, “la revancha es plato que sabe mejor frío” y por supuesto “un hombre verdadero es aquel que cuida de su familia”, entre muchos otros, estos eran dichos que escuchó de su madre. Mario mas tarde en su vida escribiría que cuando escuchaba a El Padrino diciendo cualquiera de estas frases, en su propia mente escuchaba la voz de su madre, escuchaba su sabiduría, su rudeza, y su amor inmenso por su familia y por la vida misma. EL coraje y lealtad de Don Corleone venían de ella, su humanismo venía de ella.
A pesar de su gran conocimiento sobre la mafia, la Cosa Nostra, y todo eso, todo venía de investigar mucho; Mario mismo nunca conoció a un mafioso. Así que otro concejo que me dió fue que nunca me reuniera con ellos, nunca dejar que pensaran que me conocían o que yo era conocido de ellos. Es muy parecido a la tradición vampira, que nunca pueden cruzar tu umbral a menos que sean invitados. Yo tome estos consejos muy seriamente, y nunca lo hice, nunca conocí a ninguno. Una vez, durante el rodaje de The Godfather Parte II, estando en mi oficina mobil me tocaron la puerta con fuerza, la única puerta disponible (no había ruta de escape). Mi asistente abrió la puerta y una muchedumbre gritaba “El señor John Gotti está aquí y dijo que le gustaría conocer al señor Coppola”. Acordándome del consejo de Mario, moví la cabeza en negación, mi asistente con mucha diplomacia se los informo diciendo que no estaba disponible, ellos lo aceptaron y la puerta se volvió a cerrar.
Después del enorme éxito de la primera cinta, el dueño de Paramount me dijo: “Si ya tienes la formula de la Coca Cola debes hacer mas”. En realidad nunca había pensado que de esta historia se pudiera hacer una secuela, algunas historias están hechas para tener nuevos capítulos, pero yo sentía que está ya estaba completa. Su protagonista Michael Corleone había logrado suceder a su padre como “El Padrino” y finalmente destruye lo que el había procurado proteger: su familia. Sin embargo, había un punto tentador para mí y era la historia de Visto Andolini, el joven Siciliano que vino a Estado Unidos después de los asesinatos de su padre y de su madre. Este joven era amable y gentil, pero llevaba por dentro una rabia fría que se expresaba como una astucia mortal. Esta parte de la novela no había logrado en cajas en la estructura del filme inicial, pero era fantástica y siempre sentí mucho no haberla podido incluir. También había tenido el deseo de hacer una historia sobre un padre y un hijo en dos períodos de tiempo diferentes. El padre seria un personaje en la historia del hijo, así como el hijo en la historia del padre. Por eso poco a poco la idea se fue develando como una gran estructura para la película “The Godfather parte II”. Igual que con el primer guión, hice una primera pasada, un borrador y se lo envié a Mario, quién hizo varios cambios. En realidad, él fue quién hizo el primer borrador al escribir la novela y yo era quién escribía un segundo borrador en formato de guión y desde luego él me haría comentarios en base a eso.
No todas mis ideas pasaron la prueba. Mario estaba bastante dudoso que fuera freno quién traicionaba a Michael, no se imaginaba que esto fuera creíble. Estaba absolutamente en contra que Michael ordenara el asesinato de su propio hermano. Para ambos fue un punto muerto durante un lapso de tiempo, porque nada iba a suceder hasta que ambos coincidiéramos o estuviéramos de acuerdo. Finalmente le sugerí la idea que Michael no ordenaría este asesinato hasta que su madre estuviera muerta, lo pensó por un momento y luego dijo que le parecía bien, que así le parecía mejor. Él era el arbitro sobre los quehaceres de todos los personajes de la novela, mientras yo le ofrecía una interpretación amable desde la perspectiva de lo que haría un director de cine como yo.
También tuvo mucha dificultad con la historia del aborto de Kay y que era ella misma quien se lo contaba a su esposo. De hecho, fue mi hermana Talia a quién se le ocurrió esta idea. A mi me gusto mucho porque era simbólica y demostraba como una mujer casada con un hombre de tanto poder podía continuar con esta danza generación tras generación. En fin, Mario no estaba seguro de esta tampoco, pero finalmente me permitió hacerla a mi manera. Era un gran colaborador, estaba en pro del proyecto.
Mientras tanto se me ocurrió ambientar toda la novela en los años 20´s y contar la historia de como Vito se convierte en Don Corleone y eventualmente en El Padrino. Luego lo entretejí con una historia ambientada en los años 50´s entre Michael y su oponente Hyman Roth, basada en el capo de la mafia Meyer Lansky. Así que tome varias partes de la novela de Mario y las combine con historias reales de la mafia para crear el guión de The Godfather Parte II. Pero yo sabia que había sido Mario quién hizo la parte mas dura, así que siempre insistí en que sería su nombre el que apareciera por encima del título: Mario Puzo´s The Godfather.
Y sí, después vino The Godfaher Parte III, que ni Mario ni yo queríamos que tuviera ese título, porque no se suponía que iba a ser parte de una trilogía, sino mas bien una apología a las primeras dos películas y deseábamos que se le pudiera otorgar otro nombre, uno mucho mas apropiado. Ninguno de los dos tuvimos el poder para insistir en este punto, pero en mi mente, esta película siempre se llamara La Muerte de Michael Corleone.
Como era usual, fué Mario quién escribió las frases celebres que son recordadas, como “Justo cuando salgo, me vuelven a jalar”. Ademas esta expresaba completamente mi realidad con respecto a la situación de The Godfather. Precisamente, como mi primera impresión de la novela original, que era comercial y sensacionalista, de hecho me había convencido completamente y mientras mas familiarizado estaba con el trabajo de Mario, mas impresionado estaba.